El pasado 31 de octubre concluimos nuestro Taller de Disciplina Positiva para padres y educadores. Han sido 6 semanas maravillosas de conexión, de aprendizaje, de respeto. Semanas en las que un grupo de personas nos hemos reunido para compartir experiencias, para apoyarnos y para ayudarnos en la crianza de nuestros hijos.

Para mí ha sido una experiencia enriquecedora y alentadora. Porque cada vez que llevo a cabo una formación de Disciplina Positiva me reconcilio un poco con el mundo. Porque esos papás y esos profesionales de la educación con los que tengo el placer de coincidir, me permiten seguir creyendo que existe otra forma de hacer las cosas.

Porque puedo contribuir a plantar la semilla del futuro que me gustaría para los niños, las familias, mi familia.

Compartir que se puede cambiar la mirada hacia los niños, que se les puede respetar a ellos y a nosotros mismos. Que podemos cambiar nuestras expectativas y comprender la creencia que hay detrás del mal comportamiento de los niños.

Que los niños son personas que merecen respeto y dignidad, que lo que transmitamos ahora serán los cimientos de lo que serán en el futuro.

Cada día y cada reto nos permite practicar y entrenar las habilidades de vida que nos gustaría que tuvieran nuestros niños. Cada día y cada reto nos da la oportunidad de disfrutar de ellos, conocerles en toda su esencia, respetarlos por encima de todo y aprender a acompañarlos y a alentarles en su camino.

Hemos comprendido la importancia que tiene también conocernos, cuidarnos y cooperar dentro de la familia. Respetar y que nos respeten. Ser firmes y amables. Que podemos disfrutar de la crianza y no  sobrevivir a ella.

         

Hemos podido vivir en nosotros mismos que no hay emociones malas y que no hay que reprimirlas. Qué importante es sentir y conectar con las emociones; con las nuestras y con las de ellos, porque permitirnos sentir nos abre al amor y a la comprensión del otro. Nos empodera y alienta, nos libra de juicios. Y cuánto importa lo que hacemos en lugar de lo que decimos.

    

Además, hemos hablado mucho y reído un montón. Nos hemos desahogado y también hemos comprendido que somos humanos, y que a veces los días no salen como nos gustaría. Pero que ser padres es lo más difícil y maravilloso a lo que una persona puede enfrentarse y cada día es un reto, una oportunidad de aprender.

Este grupo de personas se ha convertido en una tribu con el deseo de ayudarse, comprenderse, conectar y sentirse partícipes de una perspectiva que nos enriquece como padres, pero fundamentalmente como personas.

Muchísimas gracias a todos y cada uno de vosotros. No sabéis cuánto os admiro y respeto por vuestra dedicación, vuestra presencia y vuestras ganas de aprender. Gracias por permitirme formar parte de este camino. ¡Debéis estar orgullosos!

Un abrazo fuerte.

Si queréis participar y formar parte de esta red de padres comprometidos con la crianza respetuosa, con ganas de aprender y practicar Disciplina Positiva, estate atento/a a la nueva edición. ¡Nos veremos en Enero!