El puerperio….ese período que empieza cuándo pares y termina….no se sabe cuándo.

Ese momento fuera del tiempo,donde día y noche se confunden y te parece increíble que una persona tan chiquitita ocupe tanto (todo) tiempo. Te reías cuándo te decían que no ibas a tener tiempo ni de ducharte, pensabas, ingenua, que eran exageraciones, que tu posparto no iba a ser así. Que sólo hacía falta organizarse.

Llegamos al puerperio más o menos empoderadas, más o menos dolidas, más o menos cansadas. Da igual. Es cierto que hay una parte hormonal que ayuda muchísimo si has tenido un parto natural, o si has tenido el parto que deseabas. La oxitocina tiene un papel clave en todo esto, y ayuda en los primeros días a fusionarte con la cría y no necesitar nada más.
 Pero eso también pasa, y llega el cansancio, las visitas, el llanto del bebé.
La demanda de la Vida nueva que lo exige todo, con la fuerza del derecho a los brazos, al regazo, a la teta, al Amor...Llega esa demanda feroz que nos aleja más y más, toma a toma, de la que éramos, de la que fuimos. Porque sostener un bebé exige darlo todo. Y el resto de nuestra Vida tiembla, las conversaciones con amigas, el tiempo para cuidarte, la relación de pareja. Tiembla todo, porque es imposible sostener un bebé y seguir siendo la que nos habíamos inventado. Ese personaje que creamos para sobrevivir, para que nos quisieran,y que, neuróticamente, seguíamos actuando,como un viejo papel conocido repetido una y otra vez. La ordenada. La simpática. La ingeniosa. La estudiosa. La frágil. Da igual.
El caso es que da igual quien eras, en el puerperio todas somos iguales. Mujeres atravesadas por la Vida, entregadas a los brazos y la piel. Mujeres fuera del tiempo. Llenas de leche y sueño. Amantes de sus crías. Extrañas para el mundo…
Del puerperio se ha escrito poco y se habla menos. He oído a muchas mujeres lamentarse que nadie les había contado «eso». Lo cierto es que, a veces, si nos han hablado,pero no hemos podido oírlo ( en mis preparaciones al parto siempre digo que el parto puede ser más o menos largo más o menos doloroso pero que realmente lo fuerte viene después).
No lo oímos porque en esos momentos el parto lo nubla todo. Ese gran desconocido, deseado y temido a partes iguales, que es en ocasiones el parto, no nos permite ver más allá.
Pero el puerperio es una etapa valiosísima de la Vida de la mujer. Etapa en la que puedes crecer, reinventarte, liberar el sufrimiento, abrirte al Ahora. Sólo que para eso hace falta sentirse acompañada. Contar con una familia, pareja o amigos que te sostengan. Que acojan a la mujer nueva que llega. Que no estén reclamando ni echando de menos a la antigua.  Y hace falta grupo, tribu. Las mujeres necesitamos vernos en las otras, sentir que no estamos solas. Crecer en compañía.
Honremos el puerperio. Sostengamos a las puérperas para que puedan volver a crear sus vidas. Porque, si los bebés nos importan, hay que cuidar a sus mamás. Maternar a las que maternan. Dejarlas ser las que son. Respetar los procesos femeninos en toda su dimensión.